El diseño universal comprende unas pautas de diseño enfocadas al desarrollo de productos y a la creación de entornos de fácil acceso para el mayor número de personas posible. De este modo, cualquier objeto o espacio concebido bajo este paradigma del diseño no necesitará ser posteriormente adaptado o rediseñado de un modo especial.

Es por ello que el diseño universal en sí mismo da soluciones de accesibilidad.

Sus siete principios son:

Permite un uso equitativo: El entorno u objeto ha de ser fácil de usar, siendo adecuado para todas las personas, independientemente de su destreza, de su edad y/o de sus capacidades.

Permite un uso flexible: El diseño se adapta a las distintas capacidades de las personas acomodando alternativas de uso.

Su uso es simple e intuitivo: El diseño es simple de entender, independientemente de los conocimientos, de la experiencia previa, del idioma o del nivel de concentración del usuario.

La información es perceptible: A través de la adecuada utilización de texturas, colores y contrastes, entre otros; el diseño es capaz de comunicar la información independientemente de las capacidades sensoriales de los usuarios.

Es tolerante al error: El diseño reduce las consecuencias adversas o  los riesgos de acciones accidentales, favoreciendo la seguridad.

Requiere el mínimo esfuerzo físico posible: El diseño hace un uso razonable de la fuerza operativa del usuario proporcionando una experiencia confortable y eficiente con el mínimo de fatiga.

Comprende un tamaño adecuado de aproximación y tiene un tamaño adecuado para su uso: El diseño considera las medidas adecuadas para el alcance, la manipulación y el uso de éste, sin importar el tamaño corporal del usuario, su postura o su grado de movilidad.